martes, 12 de mayo de 2015

El fantasma de Canterville / Oscar Wilde

 

Un hombre americano junto con su familia, deciden mudarse a Canterville Chase, donde no solo compro una propiedad, ya que esta venia con fantasma incluido. Este pequeño cuento nos enseña que pasaría si un fantasma decidiera tratar de asustarnos en la época actual.
 
Es un cuento que se te pasa volando, de hecho es el libro más pequeño que tengo en mi poder (Esto suena como si lo tuviera secuestrado), y es una historia amena y agradable.
 
Ahora pasemos a hablar del relato en sí, al menos yo, me burlo de los "fantasmas", ósea, si estoy en mi cuarto y se escuchan ruidos, los regaño e incluso los molesto. Es algo sumamente realista el hecho de que en la actualidad, ya no nos asusta lo que a la gente de hace unos cuantos años les asustaba, eso quiere decir que nuestros miedos han cambiado. Y no sé si eso sea bueno o malo.

Mi parte favorita es (sintiéndome Dora la Exploradora desde tiempos inmemorables), mejor dicho, mi frase favorita es:
"¡Descansar en la blanda tierra oscura, mientras las hierbas se balancean  encima de nuestra cabeza y escuchar el silencio! No tener ni ayer ni mañana. Olvidarse del tiempo y de la vida; morar en paz."


jueves, 7 de mayo de 2015

Hace poco, para una clase tenía que escoger un fragmento o un cuento corto, y escogí el siguiente.
Muchos me dijeron que los hice llorar, así que tal vez un día haga el video.
Pero bueno, para no seguir con esto, he aquí lo que leí.
 
 
 
 
 

La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí  ¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí  ¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla– La pestaña en su mejilla– La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita, pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura, como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba– Cuando hablaba– Cuando hablaba– Cuando hablaba;
Cuando me decía que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error, pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo– No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas– cómo sopla las velas– cómo sopla las velas– cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta abierta.
Dejo la luz prendida.
 
-Neil Hilborn